«El arte de navegar desconoce de obstáculos» es un precioso reportaje de Graciela Carlos para Faro de Vigo sobre nuestra Escuela de Vela Adaptada. Un reportaje que nació de la experiencia de salir al mar, durante dos días, con los chicos y chicas de las asociaciones de discapacitados que vienen al club a navegar por la bahía. Una experiencia inolvidable, tal y como nos contó al acabar. Así lo vivió, lo escribió y lo grabó:
Noviembre de 2014. Mar en calma, leve brisa y unos rayos de sol que brillan a través de una cortina de nubes blancas. Es la primera vez que mis pies se adentran en un barco de vela. Conozco al resto de la tripulación, ellos mismos se presentan, convirtiéndome, unas horas más tarde, en una amiga más. A las once de la mañana nuestros protagonistas se encuentran listos para enseñarme el arte de navegar. No sin antes ponerme un requisito: que no me olvide del chaleco. Son muy exigentes con la seguridad y, la verdad, me sorprende. Rumbo mar adentro comienzan a enseñarme tecnicismos: las cuerdas que veo, no son cuerdas, sino cabos. Marcos me revela cómo puede hacer un cabo marinero y Javier a manejar el timón, repitiéndome una y otra vez que no puedes perder de vista el frente cuando estás al mando.
Poco a poco, me voy adentrando en sus vidas, no tienen ningún reparo en contar todo lo que se les pasa por la cabeza. Andrea me repite una y otra vez que es una cotilla. Me quedo atónita. Creía que la curiosa era yo por preguntarles todo tipo de información. No para de hablar durante la travesía y me confiesa que tiene novio y que ha tenido que ir al médico. Antonio, por su parte, me cuenta que hace años trabajaba en una gasolinera. David me hace un recorrido por la plantilla del Real Madrid, enumerando cada uno de los jugadores. Cada uno me cuenta su propia historia en las que percibo un punto en común: su pasión por el mar.
Llega el momento de poner toda la energía en la navegación y poner en movimiento al velero. Todos a sus puestos y cada uno de ellos con su cargo. Todos igual de importantes que el de al lado ya que tienen que cumplir su cometido para que el barco navegue. Estos tripulantes me enseñaron que con esfuerzo, ganas y constancia, podemos conseguir todo lo que nos propongamos, ya que ellos mismos han sido capaces de plantar cara a las barreras, logrando deshacerlas como por arte de magia. Me hacen replantearme una idea que posteriormente verifico como real? Somos nosotros los que nos imponemos barreras, en ocasiones, incluso sin tenerlas.
En este caso, hablamos de discapacidad, un término bastante más amplio a las excusas que cualquiera planteamos como «barrera». Cada uno de ellos, con sus limitaciones, disfrutan del aire y la brisa que les regala el océano, llevando a cabo uno de sus tantos sueños. Lo han conseguido. Las barreras no son para ellos.
Un club «sin barreras»
El Monte Real Club de Yates cumplía en el año 2012, el sueño de estos tripulantes. Sin escatimar en condiciones o las discapacidades de cualquier persona. A través de su Escuela de Vela Adaptada, organizan quincenalmente salidas al mar para personas con discapacidades físicas, psíquicas, sensoriales o intelectuales.
Una actividad que le permite a las diferentes asociaciones acercar el mar a sus usuarios, para disfrutar de un deporte que les aporta incontables beneficios, tanto físicos como sociales. Con ello, consiguen una mayor movilidad, equilibrio y control de su cuerpo, además de potencial sus habilidades sociales.
Desde su puesta en marcha, varias asociaciones de personas con discapacidad de la comarca han realizado actividades en el club que ha ido creciendo gracias al apoyo de empresas e instituciones como Fundación Repsol, Iberdrola o Abanca. Son la Asociación Encaixamos del Val Miñor, los alumnos del Centro Juan María de Nigrán y la agrupación Avelaíña de Gondomar.